Lo que nadie te cuenta sobre viajar sola (o solo) por primera vez

A veces no sabes cuánto coraje tienes hasta que haces algo que todos te dijeron que era una locura.


Comprar un pasaje de ida al otro lado del mundo fue una de esas cosas.
Era peruana, mujer, y viajaba sola. Y no tenía idea de lo que me esperaba.

El punto de partida

Crecí escuchando que viajar sola era peligroso.
Que las mujeres no deberían arriesgarse tanto.
Que “mejor esperara a tener con quién hacerlo”.

Pero dentro de mí, algo ardía: la necesidad de ver el mundo con mis propios ojos. De probar mi propio valor.
Así que un día, con el corazón acelerado y la maleta llena de dudas, me lancé.

Los miedos y prejuicios

Ser mujer y latina viajando sola por el mundo no es algo que se vea todos los días.
Y eso pesa.

Hay miradas curiosas, advertencias, silencios incómodos.
Hay noches en aeropuertos donde piensas si fue una buena idea.
Y momentos donde el idioma, la cultura y la distancia te hacen sentir tan pequeña que solo puedes respirar y seguir.

Pero cada obstáculo se convierte en aprendizaje.
Cada día, una prueba superada.

Lo que descubrí al hacerlo

Descubrí que el mundo no es tan peligroso como me habían hecho creer.
Que hay más bondad de la que imaginamos.
Que viajar sola no es sinónimo de estar sola.

Conocí personas que se convirtieron en familia lejos de casa, culturas que me enseñaron a soltar el control, y paisajes que me recordaron lo afortunada que soy de estar viva.

Fue en esos viajes donde nació la idea de crear La Mochila Viajera: una agencia pensada para acompañar a quienes, como yo, alguna vez soñaron con viajar lejos… pero no sabían por dónde empezar.

Del miedo a la inspiración

Hoy, después de más de 10 años viajando por el mundo, miro atrás y sonrío.
A esa versión mía que temblaba antes de abordar un avión.
A la que lloró en aeropuertos y celebró cada paso dado sola.

Porque ahora entiendo que viajar sola no me cambió: me reveló quién realmente soy.

Y esa experiencia se convirtió en una misión:
ayudar a que otras mujeres también vivan su sueño, con seguridad, acompañamiento y confianza.

Si tú también sientes ese cosquilleo por conocer el mundo, pero el miedo te detiene…
Recuerda: el primer paso siempre da miedo, pero también abre las puertas de los sueños más grandes.

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